LLAMADOS A LA CARIDAD

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Herman@s, el mundo de hoy nos está llamando de manera urgente a la solidaridad, al amor, a la ayuda y comprensión mutua. Hoy más que nunca debemos ser esos buenos samaritanos, porque a la vera de nuestros caminos son muchas las personas que por causa y efecto de esta pandemia, sin precedentes en el presente siglo, se encuentran padeciendo de física hambre. Un trapo rojo colocado sobre las puertas o ventanales de sus viviendas es un angustioso lamento que se levanta al cielo de manera unánime por un plato de comida. Los esfuerzos del gobierno nacional, alcaldías locales y entidades benéficas, no han sido suficientes y muchos hogares no cuentan hoy con las ayudas necesarias para soportar el confinamiento obligatorio.

“Dadles Vosotros de comer” (Mt. 14, 16), fue la advertencia dogmática del Maestro a sus Discípulos, que resonó con fuerza en las costas del Mar de Galilea y sobre el Valle de Bethsaida y su eco ha llegado hasta nosotros, poniéndonos a prueba.

En la multiplicación de los panes y los peces, Jesús nos invita a tener compasión de las penurias temporales de aquellos más pobres y necesitados. Sus ojos están puestos en los corazones de los hombres, para medir el verdadero amor hacia el prójimo, porque Él nos ha dado todo sin medida, hasta entregar su propia vida. “La medida del amor es amar sin medida”. Bernardo de Claraval.

El llamado es a que seamos generosos en estos momentos de crisis, en donde todos debemos ser corresponsables de todos. Estamos encerrados en una “casa común”, resistiendo la misma amenaza, no puede ser por consiguiente que haya comida suficiente para algunos, mientras que muchos no tengan que comer.

¿Qué podemos hacer? Empecemos por nuestros cercanos, familiares, amigo, vecinos  muchos de ellos vergonzantes, que a pesar de estar en necesidad les da pena implorar ayudas.

¿Sabe usted por ejemplo cuantos herman@s de nuestra evangelización están pasando necesidades, mientras tú y yo tenemos los víveres suficientes para resistir esta pandemia en nuestros hogares? En el entorno parroquial son muchos los hogares que se encuentran en precarias condiciones. No nos olvidemos de nuestro párroco y sus colaboradores, (busquemos la forma de hacer llegar el diezmo), tenemos también la comunidad de las hermanas.

Propongo que ubiquemos un lugar donde podamos acopiar víveres, se me ocurre que podría ser la parroquia, el centro de pastoral o a través de la fundación Opus Domini, ¡ayúdenme a pensar!

Me ofrezco para recogerlos y llevarlos al lugar que sea acordado. Se podría también consignar a una cuenta que se nos direccione.

Muchas personas se han visto obligadas a romper la cuarentena para salir a buscar el sustento, colocando en riesgo de contagio a sus familias y expandir la pandemia, que puede llegar hasta nosotros. Actuemos ya herman@s, mañana puede ser demasiado tarde, el Señor nos está mostrando el camino para que terminada esta larga noche, podamos ver la luz  al final del túnel siendo mejores seres humanos, más humildes, más solidarios, necesitados de Dios. El Señor les bendiga y por favor cuídense mucho.

 

Por Augusto Serna Arias